Con una superficie de 1.500 hectáreas, limitando al este con el arroyo San Miguel, el Parque Nacional se encuentra en una zona donde predominan las llanuras bajas internas y lagunares, alternando con sitios más altos de sierras rocosas. En la sierra de San Miguel aparecen cerros de elevación moderada, sobresaliendo en el paisaje el cerro Vigía de 152 metros sobre el nivel del mar y el cerro Picudo de 100 metros. Gran parte del área del Parque Nacional se encuentra cubierta por monte indígena y por una vegetación de pajonales acompañada de un tapiz de gramíneas. Se puede apreciar en la zona una gran variedad de especies como el palo de fierro, el tembetarí, el arrayán, la coronilla y el tarumán. Los bañados son áreas importantes para la nidificación, alimentación y estancia de numerosas especies de ayes (cuervos. Picaftores, churrinches, entre otros.). También abundan mamíferos, anfibios y reptiles característicos de estos ecosistemas. Como especies exóticas se destaca la presencia de ganado bovino y ovino criollo. El núcleo original de este rodeo criollo, fue rescatado par Horacio Arredondo de distintas zonas del país y hoy forma parte del patrimonio cultural y natural nacional, constituyendo también una reserva genética en el país.
Naturaleza enriquecida por la historia
Uno de los principales atractivos del Parque es la clásica visita al Fuerte de San Miguel. Su construcción comienza en el ario 1734, por iniciativa de los españoles, pero fuerzas portuguesas lo tomaron en 1737 y le dieron su diseño definitivo. Detrás del puente levadizo, se atesora una colección histórica y se reproducen los ambientes donde vivieron sus ocupantes españoles y portugueses. A su alrededor se ubican el cementerio histórico, un hermoso parque y el museo Horatio Arredondo, donde se exhibe una diligencia de 1816, una carreta de 188o, un típico rancho de barro y otros elementos propios de la vida de campo.